domingo, 9 de agosto de 2009

¿Otra vez? Sí, otra vez. Lo veo venir, de nuevo, y yo simplemente no quiero, siento que me harté, que estoy más frágil que nunca, que mi fortaleza se podría desmoronar en un santiamén. Por eso no voy a ponerla a prueba. Por eso te digo que NO, que cuando era tiempo hubo tiempo, tuviste tiempo y elegiste. Sí señor, elegiste. Tu vida y tus cosas, tu gente. Entonces, es como decía Benedetti en un poema: Te dejo con tu vida, tu trabajo y tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres. Si pensás volver POR MI, como quien vuelve atrás porque olvidó un pañuelito tirado en la vereda, olvídalo. Si pensás volver POR MI, pensando en que lo hacés por mí, olvídalo. Estoy mucho mejor sin vos (aunque no lo entiendas, claro. Porque vos no lo entendés, porque vos NO SOPORTÁS, simplemente, estar solo. Estar sin un beso femenino sobre los labios, aunque ni siquiera sientas amor por ellos) . Ahora mis horas y mis días me pertenecen. Tengo entre las manos un puñadito chiquitito de sueños que no renuncié cuando te desviaste del camino, cuando me dijiste hasta acá puedo (sin decirlo, claro. Porque a vos las palabras casi siempre te costaron) . Te dejé atrás, porque sé que ni el cariño, ni las promesas de amor eterno bastan para hacer que otro se juegue por vos (quizás una causa que ya se considera perdida de antemano, o poco valiosa simplemente) . Lamento decirte, muchacho, que mi presente no tiene lugar para tu rostro y tu cuerpo, tu abrazo, tus miedos, tus deseos, tu espacio reducido para mí. Se acabó lo que se daba. Se agotó la fuente, y ya no me siento responsable por tu sed.

Hace días que tengo un agujero en el pecho. Es la nostalgia de ver que las cosas, siempre vuelven a su lugar, que al fin y al cabo, recuperan su forma. Es la incertidumbre de saber, qué será de tu vida, cuántas habrán frecuentado tu existencia después de mí, a cuántas les dijiste te quiero, cuántas veces más temblaste con un beso. Es la angustia de reconocer, que pude haberte tenido si al menos no fuese tan determinante, igual queda clavada la duda. Es el orgullo resquebrajado de saber que estás de la mano con otra persona, cuando tendría que estar yo en su lugar. Es el recuerdo del último adiós, la vez que más nos reímos, la unión inconclusa, y la noche de tus ojos. Es la mirada más azul mientras me decías ese 'no entiendo cómo, pero te quiero' que desestructuró mi sistema. Es la bronca de extrañarte aún cuando no hayas sido tanto, aún cuando no deba. Es el inconsciente, que me traiciona otra vez.



Yo no busco nada raro, sólo alguien que me extrañe aunque hayamos pasado todo un día juntos, alguien que se ponga nervioso al verme, que no se aburra de mis charlas aunque pasemos cinco horas en el teléfono, que se alegre de escucharme. Alguien que me acompañe siempre a casa y haga divertido el camino, por más largo que sea; Alguien a quien pueda besar por un simple impulso sin sentirme atrevida. No me importan los regalos, las cenas ni las flores, mientras él demuestre admiración, me conformo con saber que conmigo es donde más le gustaria siempre estar. Y si estuvieras acá, nada me gustaria más que vivir todo de a dos, que vivir todo con VOS. Y que conozcas todas y cada una de mis sonrisas, alguien que sólo por mí de todo, que elija quedarse conmigo aunque tenga otros planes, que sienta que antes de mí ninguna otra existió, que sus amigos se cansen de escuchar mi nombre, que escriba las cartas más hermosas del mundo entero aunque tenga fea letra y sean de dos renglones. Que él piense en mí, mucho más de lo que lo acepta, que sienta que se cae el mundo si discutimos y me abrace tirando su orgullo a la mierda, alguien que no use la palabra confundido. Que me haga reír hasta llorar, y me haga reír cuando no puedo dejar de llorar, que me diga que todas esas canciones de amor, lo hacen acordar a mí, aunque sea mentira, que me diga que estoy hermosa, aunque no esté del todo despierta, que me diga que doy los mejores besos, aunque haya habido otra mejor, que me diga que tengo los ojos más lindos, aunque sean iguales a todos los demás, que le encante mi pelo, aunque siempre esté enredado, alguien que me haga sentir la chica más afortunada del universo, sólo por el echo de tenerlo.

Me cuesta perderte, a mí, que nunca te tuve.